Publicado 2022-04-01
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Resumen
El presente texto aborda un asunto trascendente para la Inspección educativa, pero que, sin embargo, resulta olvidado con mucha frecuencia en la bibliografía especializada y en los encuentros y congresos. El autor trata de establecer, por un lado, la necesidad de contar con una deontología práctica de la cotidianidad supervisora y, por otro, evidenciar y apuntar los deberes morales que deben constituir el ser supervisor en su quehacer diario.
Ante gruesos interrogantes como ¿existe un código ético específico de la Inspección de educación? o ¿existen unas pautas deontológicas concretas para el desarrollo del trabajo del cuerpo de inspectores de educación?, el autor intenta amojonar con precisión un territorio bastante desconocido y poco transitado. Así, el texto aborda y desentraña, en primer lugar, las dificultades de establecer una deontología supervisora, radicadas, en esencia, en la pertinaz indefinición de la labor supervisora en sí misma.
En segundo lugar, el autor pretende establecer, dentro del territorio deontológico de la Inspección educativa, lo que considera como valores específicos (prudencia, equidad, colegialidad, anticipación, etc.) que deben cultivarse con rigor para que el cuerpo avance desde una legitimación moral que desarrolle una auctoritas reconocida y apreciada por la comunidad educativa y la sociedad en general.